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  • El primer eje remite al discutido uso de la

    2018-10-29

    El primer eje remite al discutido uso de la noción de trauma (Caruth, Leys, LaCapra) en tanto posible descripción de la experiencia histórica vivida por las víctimas de eventos disruptivos como los genocidios o de discriminación. Es aquí donde el giro afectivo ha encontrado un espacio desde donde ejercer su capacidad problematizadora: describir el modo en que son experimentados esos acontecimientos —genocidios, masacres colectivas, etc.— implica atender al papel de afectos tales como la vergüenza, la rabia, la culpa, la felicidad, etc. Además, ha sido utilizado para describir, no solo esos momentos en sí mismos, sino también instancias posteriores en términos postraumáticos: es la persistencia del trauma en tanto vergüenza (Probyn, Ahmed) la dimensión que instala la incertidumbre que marca la escena política por el papel que la dimensión afectiva tiene para víctimas, perpetradores o bystanders. La otra cuestión es el resultado de abrir la posibilidad de analizar modos alternativos de experimentar la temporalidad a partir de la consideración del papel cumplido por los afectos. De hecho, los desarrollos de la teoría queer se han concentrado en dar cuenta de este tópico al margen de matrices progresivas. Así es como Freeman ha dado cuenta del modo en que la experiencia afectiva de las personas queer purchase p-Cresyl sulfate patrones temporales disociados de la inevitablidad y atentas a la imprevisibilidad (Freeman 2010: xx). Se trata de referir a “formas no secuenciales de tiempo —un poema, el inconciente, el acecho, el ensueño, la vida después de la muerte— capaces de acomodar los sujetos en estructuras de pertenencia y duración que pueden ser invisibles para el ojo historicista” (Freeman 2010: xi). De este modo, temporalidad y corporalidad se aúnan para caracterizar aproximaciones alternativas consistentes con agencias atravesadas por la dimensión afectiva también alternativas. La destotalización del tiempo encarada por la teoría queer es particularmente significativa a la hora de dar cuenta del deseo y la fantasía, dos atributos afectivos centrales para el despliegue de modos alternativos de pensar la imaginación histórica y la agencia. Esta aproximación ha sido puesta en práctica, por ejemplo, por la historiadora Carolyn Dinshaw quien ha sugerido —y desarrollado purchase p-Cresyl sulfate metodológicamente— “una aproximación afectiva con el pasado colapsando el tiempo a través de un contacto entre grupos marginales de hoy y de ayer y, de este modo, forjar comunidades queer a través del tiempo. Así, Dinshaw prefiere pensar al presente como un ahora-expandido en donde el pasado toca el presente dejando una impresión ‘física’ y nos propone preguntarnos cuáles son las emociones en juego una vez que el pasado irrumpe en el presente” (Solana 2012: 5). c) Dentro del marco de las teorías de género se ha producido una nueva tendencia que intenta superar ciertos problemas a Archeae través de una apelación a la materialidad haciendo uso de los debates generados por el giro afectivo. Autoidentificada como “Nuevo Materialismo” (Bennett 2010; Coole-Frost 2010) implica, sustancialmente, dar cuenta de la eficacia de la agencia vía el énfasis en la biomaterialidad sin por ello comprometerse con planteos esencialistas. Se intenta aquí dar cuenta del cuerpo desde un punto de vista alternativo atento al papel de los afectos y alejado de un realismo ingenuo. Es así como McNay reclama la necesidad de recuperar el cuerpo para evitar recursos hacia la abstracción (McNay 2010: 512) que se han limitado a pensar la agencia como mera indeterminación y exige incorporar la cuestión afectiva al análisis desde una perspectiva no esencialista. Coole, por su parte y con un fuerte recurso a la fenomenología, busca desarrollar su propia teoría de la agencia concentrada en lo que llama capacidades agénticas. Allí es donde surge la posibilidad de romper la sinonimia agencia-sujeto, clave a la hora de revisar el problema desde un punto de vista alternativo al humanista. Insistiendo en que se trata de capacidades contingentes, Coole reclama la necesidad de preservar la agencia en términos de potencia, reflexividad, motivación, libertad (Coole 2010: 125) y de atender al papel de la dimensión afectiva de la percepción involucrada en el agenciamiento (Coole y Frost 2010). En este caso se trata entonces de un desarrollo específico de aquellos efectos del giro afectivo que tienden a presentarse como una radicalización pero también una crítica hacia ciertas consecuencias de posturas posestructuralistas: es mirar el cuerpo desde la lógica desestabilizadora del posestructuralismo, no meramente “volver” al cuerpo en un giro retrógado marcado por el realismo ingenuo. Los afectos son aquí el punto de partida para presentar una mirada alternativa sobre el cuerpo y la experiencia alejada del humanismo, al punto de atender también a los afectos en tanto atraviesan, no solo a los sujetos, sino también a las cosas mismas (Bennett 2010).